18.6.09

Revuelto de fideos

-¿Revuelto de zapallitos te parece bien?

-Sí

-Pero es mucho trabajo. Estoy cansada. ¿Y si mejor comemos unos fideos y hago una salsa sencillita?

-Sí

-Hay fideos de huevo y de verdura. Comamos los de verdura, son menos pesados. Pero comamos sin pan, porque mientras no te cueste nada adelgazar, mejor. Yo te sigo amando, pero imaginate si un día nos separamos. Si seguís engordando, ninguna mujer se va a fijar en vos, ¿no te parece?

-Sí, puede ser.

-Claro que sí, la que sabe de gustos de mujeres soy yo, no vos. Aunque no estoy tan segura. Cuando iba a la secundaria, mis compañeras siempre me decían que me gustaban los chicos más feos. Quizás es algo que hago inconscientemente, como para asegurarme de que no voy a tener competencia femenina. Se ve que tengo el autoestima baja. Pero no creo que sea así. Vos sos un hombre lindo. Aunque desde que estamos juntos, no parás de comer. ¿No te parece?

-Sí, puede ser.

-Sí, es así. Me acuerdo que cada vez que nos separamos, vos estuviste tan triste que tenías el estómago cerrado y no comías nada. Eso es muy tierno. ¿Lo hacías a propósito para que me volviera a fijar en vos?, ¿para que me diera cuenta de que me amás y sos capaz de hacer ayunas por mí?

-Sí, supongo.

-Ay, me encanta que no te tires a mis pies, y en vez de decirme “sí, lo hice por vos porque estoy enamorado”, solamente me digas “supongo”. Porque me hace pensar que quizás lo hiciste por otra. Y entonces yo me imagino que le saqué el hombre a esa otra y, ahora, debe estar envidiándome. Me gusta que me envidien. Es como cuando voy por la calle y me gritan cosas, a mí y no a otra. No cuento los de los obreros, esos piropos son demasiados, me los tiran hasta cuando voy a hacer las compras en yoguin, con cara de dormida. Si querés te puedo recitar un repertorio enorme de piropos. ¿Vos sabés que mí me gritan muchas cosas, no?

-Sí, me imagino.

-No te pongas celoso: vos también debés gritarle a alguna chica en la calle. No digo una guasada, pero alguna cosita. Ay, la cebolla me está haciendo llorar, ¿no seguís cortando vos? Pero no te miro, eh, porque es mentira eso de que uno es lindo cuando llora. Bah, no sé si de los hombres dicen lo mismo, pero de las mujeres es mentira. A mí no me gusta cuando lloro. ¿A vos te gusta cuando lloro?

-Sí, me gusta, la cara se te pone colorada.

-Bueno, ahora estoy llorando, pero no me mires porque te vas a cortar con el cuchillo. A veces me gustaría que vos estuvieras entre esos hombres que me miran en la calle. Algunos hasta hacen que me ponga colorada, si eso es lo que te gusta... No son babosos, muchas veces me cruzo con algunos con cara de intelectual. Los que sí me molestan son los que me miran por los espejos retrovisores de los autos cuando yo estoy en bici y voy en pollera. ¿No se imaginan que abajo tengo puesta una calza? Tan descarada no soy. ¿Alguna vez te conté cómo se siente el asiento de la bici?

-Sí, creo que sí.

-Cómo te vas a olvidar si te lo conté o no. Me tenés que prestar atención. Yo me acuerdo de todo lo que me decís. El asiento de la bici, en el empedrado más que nada, sirve para masturbarse en plena calle, pero con ropa, es fantástico. Alguna vez tendríamos que hacerlo en la calle: en un parque, en un cementerio, en una plaza ¿Te gustaría, no?

-Quizás.

-Seguro que sí, es cuestión de probar. Tomá las arvejas, ya las abrí. Ay, te soy sincera, a mí me gusta mucho eso de que me miren. No te vayas a quemar con el aceite. A veces, cuando vos y yo estamos en la cama, me encanta pensar que nos escuchan los vecinos, y que hasta nos espían. Y yo me siento orgullosa de que me vean en la cama con vos. ¿Vos también estás orgulloso de estar conmigo, no?

-Sí, claro.

-Me excita mucho eso. Me acuerdo que cuando era chica, en mi casa, la bañadera tenía dos cortinas: una de plástico y la otra, con un bordado. A veces, yo sacaba la de plástico y dejaba solo la bordada, y jugaba a que era la protagonista de una película porno. Ay, sabés que si cogemos en la calle, después podemos tirar el preservativo en la casa de alguno que odiemos. No, no le pongas sal ahora, después de que hierva, si no tarda más. ¿Viste que el sudor es salado? A mí me atrae el sudor, en la cama me gusta transpirar, con olor, mucho, sin prudencia. A veces, con algunos hombres hice el amor y después mi cuerpo quedó seco, frío. Eso es muy triste. Ya ni me acuerdo de con cuántos fue así, de esos es mejor olvidarse. Pero vos, me hacés sudar y gritar como nadie. Y además conversamos un montón, y eso es lo que más me gusta de vos.


Junio 2009