8.5.09

Café para dos

-¿Y qué te contestó?
-Que iba a seguir poniendo el champú donde ella quisiera, que si se me caía en los dedos de los pies cuando me estaba bañando era por mi torpeza. Pero el baño no es solo de ella.
-¿Y qué te contestó?
-Que nunca le gustó que hiciéramos el amor antes de yo me lavara los dientes, aunque fuera a media tarde. Pero yo no voy a andar con el cepillo siempre a cuestas.
-¿Y qué te contestó?
-Que tenía que conquistarla a cada momento, que yo tenía que llegar a casa con comida china, con una plantita o con silencio todos los días, pero regalarle lo que fuera. Yo no tengo tiempo para ser siempre así.
-¿Y qué te contestó?
-Que el tiempo no existe donde hay amor. Es que no se da cuenta de que solo los domingos puedo quedarme en la cama hasta las diez.
-¿Y qué te contestó?
-Que recortara los momentos libres para pegarlos en nuestro álbum de fotos. Y yo entendí que era para rompérmelo en la cara.
-¿Y qué te contestó?
-Nada. Me dio un beso en la comisura de los labios; y cuando se estaba yendo le pregunté si todavía podía seguir preparando café para dos.